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jueves, 15 de marzo de 2012

Relocos


Foto bajada de Internet
La arquitectura de este bar define en gran medida los movimientos, desplazamientos, traslados y permanencias en el, también moldea, hasta cierto punto, las actitudes, estados de ánimo y relaciones en su interior.
La habitabilidad del Bar Re locos  se ve absolutamente condicionada por su estructura alargada y angosta – oblonga- la que a su vez  nos induce a transitarlo sólo en una dimensión y por la misma vía. Esto  implica encuentros y contactos,  visuales y físicos, voluntarios e involuntarios con quienes co -permanecen en el lugar de manera simultánea.
Es parte de su virtudes forzar estos encuentros, rozar los hombros, interactuar, ya sea  solicitando el debido permiso para continuar la marcha o concediéndolo cuando nos es solicitado.
Este particular rectángulo es divisible en tres partes, la terraza, colmada hasta la saciedad de sillas y mesas, conformarían el primer tercio, el área de la barra es dueña absoluta del tercio medio (con acompañamiento tímido de tres mesitas y sus respectivas sillas que le hacen permanente guardia en su largo total) y por último, el área de cocina, bodegaje y baño, completan el entero.
Esta curiosa configuración, consecuencia del crecimiento desmedido y acaparador de los bares vecinos, nos regala la posibilidad de ver un cuadro en constante movimiento ya que su reducido tamaño delata a quien quiebre la quietud de este retrato.
Hay ocasiones en las que me esmero es descifrar la intención de quien es tuvo el encargo de llenar el espacio con los volúmenes utilitarios que permiten que el bar funcione, me refiero específicamente al mobiliario, luminarias, barra, estanterías, barandillas, cielo falso, etc. Sin embargo, en este caso no haré el esfuerzo, sencillamente porque siento el día que Re locos  surgió, fue bajo el concepto de llevarse “lo puesto” y siempre considerando que “la carga se arregla en el camino”
Al mencionar lo puesto, me refiero a la obra gruesa, en su máxima expresión, ya que existe un punto en que ésta permite la habitabilidad, sin llegar al nivel de la incomodidad. Al hablar de la  estiba, o carga en el camino, hago referencia a que la cantidad de mesas y sillas dependería de la disponibilidad en el mercado de lo usado, las luminarias y revestimientos interiores, de las ofertas ocasionales del retail.
A pesar de lo anterior, es increíble que lo precario, corriente y desteñido interior del bar, no lo afecten en lo más mínimo, ya que sus fortalezas, definitivamente son otras. Por nombrar  algunas, su cordialidad y camaradería, su excelentes cervezas y su carácter de picada urbana.