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lunes, 19 de marzo de 2012

Black Rock Pub, un descubrimiento con aires australianos.


Caminamos desde el Metro Tobalaba en dirección hacia el centro buscando la numeración y en el recorrido divisamos un letrero con la oferta del local e indicando que se debe ingresar hacia una galería.

La llegada.
Llama la atención que vemos solo locales comerciales y en el centro, mesas dispuestas y algunos comensales. Es raro, pues no divisamos el local físicamente y decidimos hacerle caso al letrero que hay en cada mesa: “Exclusivo clientes Black rock pub. Gracias.” Nos sentamos y casi inmediatamente surge desde un subterráneo el garzón con la carta en la mano. Una ojeada rápida y la elección es una Rothhammer Meantime, una special blonde ale de 6.0º:



Foto tomada en el pub

En superficie presenta una corona de espuma consistente, que se alimenta del carbónico fluyendo por los costados de la copa. Es un amarillo cálido, un poco turbio, el que da color a esta cerveza.
El aroma es muy ligero, casi imperceptible; un tanto refrescante, que presume notas frutales, agradables en frescura.
En paladar el toque es seco, golpea refrescando y pasa muy ligera. En el retrogusto es breve y el amargor destaca levemente.
Es una cerveza refrescante, equilibrada y con cualidades ideales para satisfacer el paladar una tarde noche, cuando el verano comienza a irse.


Es extraño estar sentado tomándose una chela rodeado de locales comerciales, sin música de fondo. Se escuchan las conversaciones de las otras mesas, claramente, y los últimos movimientos de aquellos que bajan la cortina de su jornada laboral. No sé tiene, al menos en la terraza en la que estamos, la sensación de estar en un pub.
Entonces, para aprovechar el happy hour (hasta las 21:00 horas) se pide una Good vibrations, Golden Ale, con la idea dando vueltas de que este lugar está pensado para aquellos que pasan en las horas de más calor y quieren disfrutar una chela para capearlo.

Foto tomada en el bar
Amarillo intenso, como si tuviese tintes de naranja. El carbónico fluye disperso por el vaso, sin prisa, dejando una leve y delgada capa de espuma en superficie.
Aroma leve pero con esa sensación  de profundidad marcadamente aromática y que nos atura. Liviana, un poco frutal pero que no tiene la fuerza suficiente para deslizar su carácter y hacerlo patente.
En paladar se siente más robusta y consistente. Marca de entrada el amargor asentando una firmeza agradable, que permite destacar un cuerpo medio que se desliza bien en la boca. El final es corto, destacando, eso sí, el golpe de amargor, lo que permite degustarla sobriamente y percibir su potencial.

Foto de la barra.
En el subterráneo, el núcleo de funcionamiento del pub, el ambiente es distinto. Pequeño, pero acogedor; una pantalla transmite la Copa Libertadores y la expedición al baño resulta tranquila, todo limpio y con los insumos necesarios para las necesidades. De vuelta a la mesa la mirada se detiene en la oferta de cervezas y, ya probadas algunas Rothhammer, la vista se centra en las Berner. Mientras se toma la decisión, aparace quien se presume es el dueño, y ofrece una Berner Martina, una Strong dark Ale de 10.5º y saca una copa de Augustijn. Llama la atención que antes de destapar la botella, la hace rodar en la barra para despertar el lúpulo, según nos cuenta.

Cerrando la noche.
Color intenso, que se ve denso y se va más allá del amarillo, pues presenta un parecido al azúcar morena, oscura y que no deja apreciar el carbónico claramente, pero que se presume intenso por la corona de espuma que se ve en la copa.
Aroma dulce, que agrada en el paladar, deja sentir un dejo de alcohol, pero que no es muy fuerte, no molesta y deja sentir, incluso, un aroma frutal que permanece bastante en la copa.
Sabor fuerte, golpea de entrada las papilas gustativas y marca presencia. Destaca su graduación alcohólica de entrada. En paladar, y al tragar, el carbónico reflota dejando que se deslice fluidamente. Buen amargor en el final, con peso y firmeza bien ajustados. Su cuerpo tiene gran volumen y el retrogusto es elegante, fino y que no satura el paladar.

Foto de una de las zonas habilitadas
La noche se nos va de a poco y aprovechamos de conversar un poco con el dueño, quien nos cuenta que lleva poco tiempo trabajando en el pub que compró hace unos meses. Es australiano y lleva varios años en Chile, habla un español trabado, pero no es difícil entenderlo. De esa manera nos enteramos que las cervezas que encontramos ahí (y que podríamos encontrar en futuras ocasiones) responden exclusivamente a su gusto, por lo que ya sabemos qué variedades no encontraremos, ya que se encarga de decirlo claramente. Sin duda alguna, la Rothhammer es la cerveza estrella, aunque faltó que estuviera disponible la Brutal Hops, en especial para quienes gustamos del amargor.
Vista bajando las escaleras.
Nos vamos contentos, pese a que no sentimos completamente esa idea de estar en un pub, quedamos de volver, pero instalándonos en el interior del local y, quizás, ya con el invierno encima, para degustar alguna nueva variedad de cerveza que, esperamos, ya esté disponible.







Black Rock Pub. Avenida Providencia 2538, local 42
Santiago, 14 de marzo de 2012