El puerto tiene un
encanto propio, el solo acto de transitarlo e impregnarse de su esencia y su
arquitectura, de su aire y su historia es toda una experiencia enriquecedora.
No vamos a destacar la bohemia de esta cuidad maravillosa por que le es propia,
como la poesía a Isla Negra o la cerveza a Valdivia, pero a pesar de eso es
difícil encontrar lugares que reflejen el alma de la ciudad sin pretender
disfrazarse de bar universitario o cantina gringa. Caminando por el sector de
Bellavista de Valpo, en calle Esmeralda 1083, nos topamos con una puerta
antiquísima, con un marco alto que da inmediatamente a una escalera de madera
que conduce al segundo piso. Afuera un tímido cartel dice Tertulia (se viene a
la mente ese programa del canal 13 cable, que honraba al debate sin
animadversidades) y como el refugio para una buena conversacion es lo que
buscamos, subimos la escalera cerca de las 12 de la noche de un día martes y
nos recibe un tipo con pinta intelectual, quien nos guía para que elijamos donde
sentarnos.
Impacta, emociona y
cautiva ver el buen trabajo decorativo que se hizo en el, sin quitarle protagonismo
a esas paredes de más de 3
metros de altura de casona del siglo pasado. Las habitaciones
cumplen roles antagónicos, una decora sus muros con enormes cuadros que
representan los cerros del puerto, su gente y su idiosincrasia, la otra está
decorada "pop art", más moderna y minimalista; entre ambas hay un
lugar con 3 sillones muy cómodos al lado de una ventana alta, con un árbol en
su balcón y con vista a los sectores aledaños. La atención es cordial, amable. En
la Carta no hay mucha variedad de cervezas, de las que nos incumben: Cerveza
del Puerto en sus 3 variedades Clásicas (las premium de 1/2 litro no están) y
Kunstmann también en sus 3 variedades clásicas. Los valores son convenientes:
$1.700 c/u, además de una gama de cervezas de litro retornables.
Va pasando la noche
mientras te dejas empapar de esta arquitectura que seria ideal acompañar de
buen rock o un poco de jazz, pero en cambio la música electrónica se toma los
parlantes que no contaminan acústicamente, pero sí le quitan un poco de magia
al lugar.
Donde si nos
llevamos una grata sorpresa es en la tabla para picar que pedimos, con queso
fresco, pasas, frutos secos, jamón, ademas hay una amplia gama para elegir algo
de comer. La noche se consume, cierran la barra, pedimos la cuenta, son cerca
de las 2.30 de la mañana y estábamos tan a gusto que el tiempo pasó volando. Al
irnos echamos un ultimo vistazo esperando volver encantados con la decoración,
el lugar ideal para ir en pareja si te arrancas un día al puerto a mejorar lo
oscuro del corazón!