Este
afortunado sobreviviente del otrora esplendoroso barrio cervecero de
Bilbao (casi extinto por menopáusicas cláusulas legales a favor de
vecinos irritables) nos da la bienvenida con una acogedora entrada,
que a todas luces está pensada por y para ciclistas (ahí entiendes
que el Caramagnola es el recipiente para el agua que llevan las
bicis). Puedes llegar en tu "chancha" y dejarla estacionada
en un lugar habilitado para ello.
La
decoración es excéntrica, minimalistay particular, enfocada en el
ciclismo: marcos, platos, pedales, todas partes de bicicletas, obvio,
adornan sin sobrecargar el ambiente. Es importante destacar que no te
discriminan por tener auto o por llegar en longboard o micro, todos
son bienvenidos. La terraza que tiene es acogedora y si tienes suerte
puedes tomar asiento en un sillón pequeño y cómodo que esta en un
rincón. Puedes estar seguro que la atención será personalizada y
cordial, pues su dueño anda dando vueltas, cerciorándose de que
todo esté en orden y que estés a gusto.
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Foto tomada del Facebook del Bar |
La
carta de cervezas es generosa, destaca la Rothhammer (microcervecería
que se perfila como una gran promesa) y Kross, ambas en botella y
schop, entre otras nacionales e industriales.
En
aquella ocasión nos atendió una mesera muy parecida a Maggie
Gyllenhaal (actriz protagonista de La Secretaria). Pedimos una promo
de Schop y pizza a la piedra hecha en el momento. Los precios son
económicos, muy convenientes y la pizza muy buena.
Voy
tomando las variedades de Kross, con la certeza que ésta cerveza no
falla en su calidad, independiente del formato en que te la tomes. Se
nos pasa la noche en el comodísimo sillón, atendidos como reyes en
el sector de afuera. Adentro hay un plasma gigante en el muro, ideal
para ir con los amigos a ver un partido de fútbol (para eso, ideal
llegar temprano). La música y el ambiente son sumamente gratos, hay
un aire de relajo, te cuestionas el usar auto, pero también te
cuestionas cómo te vas montando la bici en estado de intemperancia.
Es
importante destacar que los ciclistas tienen descuento, adicional al
precio mas que razonable de su carta y comida. Lo único malo (era
demasiado bueno para ser cierto) es que cuenta con un solo baño, de
un urinario, y las filas para ocuparlo no tardan en formarse.
Obviando ese detalle, es un excelente refugio para salir de la rutina
después de la pega, para ir con tu pareja, o con los amigos cuando
juega el equipo de tus amores. Qué gran diferencia hace el calor
humano en una sociedad fría y egoísta. Esperemos que las órdenes
municipales se mantengan lejos de esta picá santiaguina.
Bilbao
4471 (entre Americo Vespucio y Tobalaba)