
Luego
de una tarde en el museo y su relajo en el Parque forestal con una
buena amiga, ella me comenta que tiene ganas de tomarse una
michelada. Le argumento lo que es para mi semejante brebaje, pero
hace caso omiso; sobre gustos no hay nada escrito.
Me
dice: “te voy a llevar a una picá” y me pregunta si conozco "El
diablito" (lugar que frecuenta para tomarse el experimento en
cuestión).
¿Venden
cervezas artesanales? -Sí.
Nos
vamos caminando por este hermoso barrio que deslumbra por su limpieza
en un Santiago sucio y hediondo, como una suerte de primer mundo al
lado del cerro Santa Lucía.
Llegamos
a Merced 336 y entramos a este bar que pasa desapercibido. Una
sensación de meterse por el ropero de Narnia deja el pasar por la
puerta. Las paredes y pilares del lugar están atiborrados de
antigüedades, máquinas de coser y de escribir, armas antiguas.
Letreros de los años cincuenta decoran, sobre cargadamente, el
pasillo largo y angosto de casa remodelada. Llama mucho la atención,
no te cansas de descubrir lo que pende de los muros en medio de la
falta de luz natural.
Nos
sentamos en una mesa pequeña pero acogedora. Y entonces llega el
garzón con la carta. La oferta de cervezas no es muy generosa y
dentro de las buenas hay: Guayacán, Capital en botella y schop entre
otras. Mi amiga se pide su experimento y yo una Guayacán rubia,
servida en vaso frío. Un ventilador a todo motor sacando el humo de
fumadores podría causarte un resfrío, por lo que la recomendación
es que si van, lleven polerón.
La
velada transcurre entre una buena conversación y los comentarios
obligados de los adornos que nos rodean, objeto de deseo de los
cazadores de tesoros del History Channel.
La
atención es demorosa y despreocupada, a pesar que el dueño ronda el
lugar inspeccionándolo. Pedimos algo para comer entre una variedad
considerable de sándwichs, platos y tablas. Ahora es el turno de un
schop de medio Capital, aunque termino defraudado por el sabor
desvanecido y aguado. No hay ánimo para otra más, a pesar que los
precios son bastante razonables para un barrio caro.
Una
experiencia compleja pasar por esta fuente de soda, la cuenta se
demora en llegar, nos retiramos, dejamos la propina obligada y afuera
el aire tibio de Santiago nos da el respiro de volver al mundo real.
Bar Restaurant El Diablito
Merced 336, local 2
Sitio web: El Diablito