lunes, 13 de agosto de 2012

Bar Clan Destino’s, en Antofagasta.


Cuando las ciudades no son tan grandes pero la sed nocturna sí lo es, resulta inevitable recorrer los bares que te ofrece la bohemia de la urbe, para así escapar de la rutina, o bien, ahogarla y olvidar las preguntas. Entonces resulta inevitable conocer cada rincón donde en virtud de una patente de alcoholes se ofrezca algo para remojar la garganta.

En Avenida Angamos 1349, Antofagasta, se encuentra el Bar Clan Destino’s, que a pesar de su creativo nombre resulta una alternativa muy interesante para degustar cerveza de todos los tipos, entre ellos Die M y la cerveza Iquiqueña, siendo uno de los pocos lugares que ofrece una variedad interesante en la Perla del norte.

La atención es bastante aleatoria; en general es atenta e incluso puede existir algún mozo que recomiende las diversas variedades de cerveza que ofrece con bastante experticia, pero como acontece en muchos bares del Norte Grande, a veces se corre el riesgo de ser olvidado con facilidad y se dificulta capturar la atención de quien atiende.



La música es rockera y la ambientación va de la mano a ella, con un Freddie Mercury pintado en una muralla o afiches de Elvis por el otro lado. No es algo que te vuelva loco por su originalidad, pero que sí amerita aprecio por la cierta dedicación en crear ambiente, el cual, con luz en tonos tibios y el mobiliario de madera, resulta bastante acogedor. La concurrencia es asidua, incluso en días de semana, por lo que resulta un buen lugar para acudir un día lunes y quedarse hasta tarde remojando la garganta sin mayor pudor.




Elias Ibaceta
colaborador especial

lunes, 4 de junio de 2012

Único pizza bar


Después de una noche de música, y con la idea de conocer un nuevo lugar, llegamos a Único pizza-bar con el fin de tomarnos algo y, si el hambre lo amerita, comer.


Al entrar se ve un espacio amplio, confortable visualmente. Tiene una interesante mezcla de mesas con sillas y sillones, que se alternan otorgando una beuna impresión. Una de esas mesas con sillones es la elección y al acomodarnos nos entregan la carta, que ofrece una amplia variedad de comida y tragos.


Lo importante es apreciar qué variedad de cervezas artesanales tienen (más allá de Kross, cuya publicidad se ve en la entrada) y preguntar cuáles, efectivamente, están disponibles esta noche (casi nunca están todas las que se ofertan).
Hay buena música de fondo cuando se opta por una Rubia al vapor, de Szot (no hay Cerveza Capital esta noche) y para acompañar una pizza de Mozzarella. Mientras se espera, la mirada  se pasea por el lugar: buena iluminación e interesante cuadros en las paredes, que lo invitan a observar mejor e interpretar sus imágenes.


La cerveza llega rápido y tan solo minutos después la pizza, rectangular, en una porción más que considerable y adecuada. Se agradece la rapidez, aunque la receta no sea de lo más complicada que digamos.
Después de la comida y ya con el vaso vacío, la elección es una Golden Ale de Kross


Pero primero, es necesario visitar el sanitario. Amplio, bien iluminado, pero con dos falencias que no se pueden pasar por alto: piso sucio y manilla del estanque de agua mala. No cuesta mucho tener un horario de aseo para el baño y preocuparse porque los elementos funcionen adecuadamente, más allá de que se valore el jabón para las manos, el papel para secarlas y los anillos de papel para la taza en caso de necesidades mayores. Por suerte, son temas perfectamente solucionables con un poco de voluntad.



La selección musical ha sido bastante agradable y, en general, es un buen lugar. Eso sí, queda la sensación de que es un lugar que aún no explota todo su potencial, que está en un punto intermedio de crecimiento y definición. El espacio está, pero hay una falta, una ausencia, que entrega una idea de que tiene todo para convertirse en un lugar que entregue una gama completa de satisfacción al cliente. Tiene buena atención, muy buena música, decoración equilibrada con el entorno, variedad en la carta, pero aún así, existe un vacío que no  que no hace que la experiencia sea plena. Quizás es cosa de que el tiempo se encargue y ver qué pasa; por mientras nos quedamos y vamos con una buena impresión.

Avenida Condell 1308
02 de junio de 2012

jueves, 3 de mayo de 2012

Bar Tertulia, Valparaíso


El puerto tiene un encanto propio, el solo acto de transitarlo e impregnarse de su esencia y su arquitectura, de su aire y su historia es toda una experiencia enriquecedora. No vamos a destacar la bohemia de esta cuidad maravillosa por que le es propia, como la poesía a Isla Negra o la cerveza a Valdivia, pero a pesar de eso es difícil encontrar lugares que reflejen el alma de la ciudad sin pretender disfrazarse de bar universitario o cantina gringa. Caminando por el sector de Bellavista de Valpo, en calle Esmeralda 1083, nos topamos con una puerta antiquísima, con un marco alto que da inmediatamente a una escalera de madera que conduce al segundo piso. Afuera un tímido cartel dice Tertulia (se viene a la mente ese programa del canal 13 cable, que honraba al debate sin animadversidades) y como el refugio para una buena conversacion es lo que buscamos, subimos la escalera cerca de las 12 de la noche de un día martes y nos recibe un tipo con pinta intelectual, quien nos guía para que elijamos donde sentarnos.

Impacta, emociona y cautiva ver el buen trabajo decorativo que se hizo en el, sin quitarle protagonismo a esas paredes de más de 3 metros de altura de casona del siglo pasado. Las habitaciones cumplen roles antagónicos, una decora sus muros con enormes cuadros que representan los cerros del puerto, su gente y su idiosincrasia, la otra está decorada "pop art", más moderna y minimalista; entre ambas hay un lugar con 3 sillones muy cómodos al lado de una ventana alta, con un árbol en su balcón y con vista a los sectores aledaños. La atención es cordial, amable. En la Carta no hay mucha variedad de cervezas, de las que nos incumben: Cerveza del Puerto en sus 3 variedades Clásicas (las premium de 1/2 litro no están) y Kunstmann también en sus 3 variedades clásicas. Los valores son convenientes: $1.700 c/u, además de una gama de cervezas de litro retornables.

Va pasando la noche mientras te dejas empapar de esta arquitectura que seria ideal acompañar de buen rock o un poco de jazz, pero en cambio la música electrónica se toma los parlantes que no contaminan acústicamente, pero sí le quitan un poco de magia al lugar.

Donde si nos llevamos una grata sorpresa es en la tabla para picar que pedimos, con queso fresco, pasas, frutos secos, jamón, ademas hay una amplia gama para elegir algo de comer. La noche se consume, cierran la barra, pedimos la cuenta, son cerca de las 2.30 de la mañana y estábamos tan a gusto que el tiempo pasó volando. Al irnos echamos un ultimo vistazo esperando volver encantados con la decoración, el lugar ideal para ir en pareja si te arrancas un día al puerto a mejorar lo oscuro del corazón!


sábado, 21 de abril de 2012

The Turtle´s Head (British pub)


En Quito no son muchos los lugares en los que es posible adquirir o beber cerveza artesanal, por ese hecho, la visita a este bar ubicado en la zona norte de Quito se hacía imperiosa. Una obligación incluso. Llegamos el sábado en la noche al bar y optamos por sentarnos en una mesa pequeña, cerca de una pared y ventanas que daban a la calle y otorgaban una visión amplia al interior del local, lugar con una amplia barra, mesas bien distribuidas y al fondo mesas de billar (también hay dardos y mesas de taca-taca). Nos trajeron la carta y la primera opción fue ir por una Pale Ale, rubia de 5.0º:

Una rubia servida en vaso de aproximadamente medio litro. Poco carbónico pero constante. Un color amarillo claro, ligero, con tintes dorados.
En nariz tiene un aroma suave, que se pierde un poco. Mantiene una buena corona de espuma, que permanece en superficie una vez servida.
En boca es bastante ligera, levemente amarga, resonando en el paladar. Al momento de beber, no permanece el retrogusto por mucho tiempo y deja una sensación de sequedad.

La atención es rápida y eficiente, las cervezas no se demoran mucho en llegar a la mesa, aunque las meseras están constantemente dando vueltas, como si vigilaran a las personas más que si estuvieran para atenderlas. Esa es un sensación de incomodidad que  se nos generó, aunque se entiende que pueda ser por el afán de brindar un buen servicio.

La segunda opción para probar esta noche, entonces, va por el lado de la cerveza Amber Ale, de 5.0° también, y que nos sirven en el mismo tipo de vaso (lo cambian, eso sí, lo que se agradece como buen detalle) y acá va nuestra impresión:

De un color rojo caramelo, la Amber Ale se presenta con poca espuma y un carbónico intenso en principio. Cuesta encontrar el aroma y en nariz no destaca mucho.
El primer trago sorprende, es ligero en boca y tiene, al momento de explotar en paladar y detonar su sabor, un equilibrio adecuado en su dulzor y amargor. El retrogusto es intenso pero momentáneo, es un ataque de fuerte de sabor que se desvanece rápido.


Ya la noche ha avanzado un poco más, la conversación ha sido buena. El camino al baño nos sorprende con un interesante afiche y la limpieza en el lugar es algo que simplemente se agradece. De vuelta una pasada por la barra para preguntar algunas cosas, preguntar por el administrador y enterarnos de que la maestra cervecera es chilena y estudió en Alemania. Nos sorprende esta información y quedamos de enviarles los datos del sitio para que en un futuro (ahora, o sea, harto después de la visita) visiten y lean nuestra impresión de su bar.
Y de vuelta a la mesa, la tercera de las variedades, una negra de 5.0°:

Se aprecia un color negro intenso, que a contraluz destaca con un tono caoba. Poca espuma en su parte superior, lo que se relaciona con la dificultad de determinar, a primera vista, el carbónico que debería aflorar desde la parte inferior.
Como el resto de las cervezas, no se caracteriza por un aroma envolvente, sino que cuesta descifrar, al enfrentarla con el olfato, su aroma.
En boca decepciona un poco, quizás porque la expectativa era mucho más alta, pero se esperaba mayor cuerpo y que no fuese tan ligera, en especial para que marcara una diferencia con las anteriores.
En sabor no se queda atrás, marcando intensamente el amargor y la sequedad en el retrogusto, siendo efímera en paladar.

Si por esas cosas del destino le toca andar por Quito, no deje de pasar por el Turtle´s Head, ubicado en la calle La niña 626 (entre Juan León Mera y Amazonas) y pruebe sus variedades de cerveza, acompáñelas con algo de la carta de comidas y disfrute. Personalmente, recomendamos pedir unas yucas fritas, no se arrepentirán.


Postdata: un agradecimiento especial a Fabián, quien hace algunas semanas nos aclaró varias dudas respecto al bar, pues como había pasado mucho tiempo desde la visita, teníamos ciertas dudas que ayudó a aclarar y resolver. Salud-os.


Quito, 09 de julio de 2011

lunes, 26 de marzo de 2012

Budapest Bellas Artes


Foto de una de las zonas del bar
Santo Domingo 528

 
Este es un lugar conocido al que siempre es grato regresar. Las variedades de cerveza ya son conocidas, aunque se lamenta que en esta ocasión no tengan la Dunkel (negra). La atención es rápida y nos dejan la carta en la mesa, y en ella podemos apreciar una buena gama de sándwiches, tablas y chorrillanas, entre otras cosas. La opción, esta vez, va por una tabla de carne que acompañaremos con un schop de medio litro Rot (roja).

Schop de medio litro, Rot
Poca espuma en superficie, la que se concentra en un lado del vaso. Escasez de carbónico, el que fluye ocasionalmente. Su color es rojizo con toques de caoba, que la oscurecen y dan un tono algo turbio.
La intensidad aromática es bien baja, no deja percibir con claridad el olor, que deja alguna reminiscencia frutal, muy ligera.
En boca es ligera, su textura se siente liviana y en el ataque deja sentir su dulzor, leve y refrescante. Deja cierta sensación de sequedad en la boca y el retrogusto es efímero, corto y que da un poco de la visión e impresión de su leve amargor.


El lugar es agradable, es una casona antigua adaptada para funcionar como bar. El piso de madera reluce y se complemente con las grandes estructuras de madera que separan las distintas zonas en las que se ubican las mesas. Es un local grande y que también es una opción muy válida si es que se quiere disfrutar un partido de fútbol o para una junta de amigos. Tiene un techo muy elevado, lo que le da una sensación de que se airea bastante bien, ya que no concentra el humo del tabaco, y los espacios para transitar son amplios. Como el lugar tiene ese aire de antigüedad de por sí, no hay decoración que intervenga mayormente los espacios, lo que se agradece visualmente, pues es muy acotada y ad hoc al estilo del bar.
Vista hacia la barra
La música no es estruendosa y cada vez que hay partido de fútbol el nivel del audio se mantiene en un buen equilibrio, para que así todos los presentes tengan una buena jornada. El baño es un experiencia arquitectónica muy beuna, pues escapa al modelo clásico y al principio cuesta descifrar bien de qué va el asunto, pero una vez hecha la inspección visual, se agradece que se innove en este sentido, aunque; eso sí, deben permanecer alertas en el bar, porque es muy necesario mantener el orden y limpieza, especialmente cuando la afluencia de público es mucha, ya que de no hacerlo así, la exposición a situaciones desagradables está garantizada.

Esta vez estamos por poco tiempo, ya que se tienen programadas, de antes, otras actividades nocturnas. Quedarán pendientes las catas en el lugar de la Helles y la Dunkel. Pero no podemos terminar esta nota sin antes destacar algunos temas. En la atención, son muy buenos, incluso ocupan de manera excepcional las redes sociales, siendo Twitter una fuente confiable y en la que responden muy bien. Es posible hacer reservas o coordinar la compra de cervezas, ambos hechos que hemos probado sin problemas ni inconvenientes. Además, vale la pena destacar que un bar tenga su propia cerveza de la casa, lo que no muchos pueden decir y eso es un plus bastante especial.


17 de marzo de 2012

lunes, 19 de marzo de 2012

Black Rock Pub, un descubrimiento con aires australianos.


Caminamos desde el Metro Tobalaba en dirección hacia el centro buscando la numeración y en el recorrido divisamos un letrero con la oferta del local e indicando que se debe ingresar hacia una galería.

La llegada.
Llama la atención que vemos solo locales comerciales y en el centro, mesas dispuestas y algunos comensales. Es raro, pues no divisamos el local físicamente y decidimos hacerle caso al letrero que hay en cada mesa: “Exclusivo clientes Black rock pub. Gracias.” Nos sentamos y casi inmediatamente surge desde un subterráneo el garzón con la carta en la mano. Una ojeada rápida y la elección es una Rothhammer Meantime, una special blonde ale de 6.0º:



Foto tomada en el pub

En superficie presenta una corona de espuma consistente, que se alimenta del carbónico fluyendo por los costados de la copa. Es un amarillo cálido, un poco turbio, el que da color a esta cerveza.
El aroma es muy ligero, casi imperceptible; un tanto refrescante, que presume notas frutales, agradables en frescura.
En paladar el toque es seco, golpea refrescando y pasa muy ligera. En el retrogusto es breve y el amargor destaca levemente.
Es una cerveza refrescante, equilibrada y con cualidades ideales para satisfacer el paladar una tarde noche, cuando el verano comienza a irse.


Es extraño estar sentado tomándose una chela rodeado de locales comerciales, sin música de fondo. Se escuchan las conversaciones de las otras mesas, claramente, y los últimos movimientos de aquellos que bajan la cortina de su jornada laboral. No sé tiene, al menos en la terraza en la que estamos, la sensación de estar en un pub.
Entonces, para aprovechar el happy hour (hasta las 21:00 horas) se pide una Good vibrations, Golden Ale, con la idea dando vueltas de que este lugar está pensado para aquellos que pasan en las horas de más calor y quieren disfrutar una chela para capearlo.

Foto tomada en el bar
Amarillo intenso, como si tuviese tintes de naranja. El carbónico fluye disperso por el vaso, sin prisa, dejando una leve y delgada capa de espuma en superficie.
Aroma leve pero con esa sensación  de profundidad marcadamente aromática y que nos atura. Liviana, un poco frutal pero que no tiene la fuerza suficiente para deslizar su carácter y hacerlo patente.
En paladar se siente más robusta y consistente. Marca de entrada el amargor asentando una firmeza agradable, que permite destacar un cuerpo medio que se desliza bien en la boca. El final es corto, destacando, eso sí, el golpe de amargor, lo que permite degustarla sobriamente y percibir su potencial.

Foto de la barra.
En el subterráneo, el núcleo de funcionamiento del pub, el ambiente es distinto. Pequeño, pero acogedor; una pantalla transmite la Copa Libertadores y la expedición al baño resulta tranquila, todo limpio y con los insumos necesarios para las necesidades. De vuelta a la mesa la mirada se detiene en la oferta de cervezas y, ya probadas algunas Rothhammer, la vista se centra en las Berner. Mientras se toma la decisión, aparace quien se presume es el dueño, y ofrece una Berner Martina, una Strong dark Ale de 10.5º y saca una copa de Augustijn. Llama la atención que antes de destapar la botella, la hace rodar en la barra para despertar el lúpulo, según nos cuenta.

Cerrando la noche.
Color intenso, que se ve denso y se va más allá del amarillo, pues presenta un parecido al azúcar morena, oscura y que no deja apreciar el carbónico claramente, pero que se presume intenso por la corona de espuma que se ve en la copa.
Aroma dulce, que agrada en el paladar, deja sentir un dejo de alcohol, pero que no es muy fuerte, no molesta y deja sentir, incluso, un aroma frutal que permanece bastante en la copa.
Sabor fuerte, golpea de entrada las papilas gustativas y marca presencia. Destaca su graduación alcohólica de entrada. En paladar, y al tragar, el carbónico reflota dejando que se deslice fluidamente. Buen amargor en el final, con peso y firmeza bien ajustados. Su cuerpo tiene gran volumen y el retrogusto es elegante, fino y que no satura el paladar.

Foto de una de las zonas habilitadas
La noche se nos va de a poco y aprovechamos de conversar un poco con el dueño, quien nos cuenta que lleva poco tiempo trabajando en el pub que compró hace unos meses. Es australiano y lleva varios años en Chile, habla un español trabado, pero no es difícil entenderlo. De esa manera nos enteramos que las cervezas que encontramos ahí (y que podríamos encontrar en futuras ocasiones) responden exclusivamente a su gusto, por lo que ya sabemos qué variedades no encontraremos, ya que se encarga de decirlo claramente. Sin duda alguna, la Rothhammer es la cerveza estrella, aunque faltó que estuviera disponible la Brutal Hops, en especial para quienes gustamos del amargor.
Vista bajando las escaleras.
Nos vamos contentos, pese a que no sentimos completamente esa idea de estar en un pub, quedamos de volver, pero instalándonos en el interior del local y, quizás, ya con el invierno encima, para degustar alguna nueva variedad de cerveza que, esperamos, ya esté disponible.







Black Rock Pub. Avenida Providencia 2538, local 42
Santiago, 14 de marzo de 2012

sábado, 17 de marzo de 2012

Bar DoceTrece: sin importar la hora que lo visites, este bar es un 7


Hay lugares que guardan recuerdos, momentos redondos disfrutados a concho en un lugar idóneo y éste es uno de esos lugares. Cuando me invitaron a almorzar ahí, no me tincó mucho, pero no se puede juzgar a un libro por la portada ni un bar por el nombre.
Foto tomada de Internet
No hay mucha ciencia en el, ubicado en Av. Tobalaba 1213.Difícil perderse, justo al frente del metro Cristobal Colón. Cuando entras ves una casa ambientada y distribuida justo para que no estén apretadas las mesas. Veo un cooler (refrigerador con puerta de vidrio) tras la barra con una cantidad de cervezas en botella que te hace agua la boca. Hay belgas, nacionales, importadas ¿cuál elijo? ¡todas! pero la ocasión amerita que me comporte y me mida en el consumo de mi brebaje amado: vine a almorzar con una mujer adorable, no puedo terminar ebrio.
Me las daré de Anthony Bourdain y comentaré la carta de sándwichs, la especialidad de la casa. Todos llevan por nombre calles aledañas al lugar (Salvador, Ramón Cruz, Las Hortencias, Antonio Varas, etc.) Me pido un churrasco con queso fundido, salsa bbq, tocino y cebolla caramelizada ¡nada más imagínenselo! En la boca es complejo, lleno de texturas y sabores "varoniles". Lo acompaña un schop Kross Golden de medio litro: refrescante, compañía ideal para el almuerzo, igual que la señorita que está sentada en mi mesa.
Nos ubicamos en la terraza, delimitada por maceteros con ligustrinas, que dejan apreciar la postal del parque "Costanera" de la calle Tobalaba. El barrio es hermoso y encantador, la musa que me acompaña también. Nos atienden muy bien, hay risas en el ambiente y el lugar es grato.
Me encantaría ir de noche, o en el after hour, o para la previa, o en la hora de almuerzo. Los valores son justificados por la calidad de lo que entregan, la gama es amplia en sándwichs y cervezas. Tengo ganas de reincidir y disfrutar otra tarde en el Docetrece y sí, a ella también tengo ganas de volver a verla.

Doce trece, Shop y Sándwich
Avenida Tobalaba 1213
Providencia

Bar Caramagnola, un sitio para ir a dar más de una vuelta


Este afortunado sobreviviente del otrora esplendoroso barrio cervecero de Bilbao (casi extinto por menopáusicas cláusulas legales a favor de vecinos irritables) nos da la bienvenida con una acogedora entrada, que a todas luces está pensada por y para ciclistas (ahí entiendes que el Caramagnola es el recipiente para el agua que llevan las bicis). Puedes llegar en tu "chancha" y dejarla estacionada en un lugar habilitado para ello.
La decoración es excéntrica, minimalistay particular, enfocada en el ciclismo: marcos, platos, pedales, todas partes de bicicletas, obvio, adornan sin sobrecargar el ambiente. Es importante destacar que no te discriminan por tener auto o por llegar en longboard o micro, todos son bienvenidos. La terraza que tiene es acogedora y si tienes suerte puedes tomar asiento en un sillón pequeño y cómodo que esta en un rincón. Puedes estar seguro que la atención será personalizada y cordial, pues su dueño anda dando vueltas, cerciorándose de que todo esté en orden y que estés a gusto.
Foto tomada del Facebook del Bar
La carta de cervezas es generosa, destaca la Rothhammer (microcervecería que se perfila como una gran promesa) y Kross, ambas en botella y schop, entre otras nacionales e industriales.
En aquella ocasión nos atendió una mesera muy parecida a Maggie Gyllenhaal (actriz protagonista de La Secretaria). Pedimos una promo de Schop y pizza a la piedra hecha en el momento. Los precios son económicos, muy convenientes y la pizza muy buena.
Voy tomando las variedades de Kross, con la certeza que ésta cerveza no falla en su calidad, independiente del formato en que te la tomes. Se nos pasa la noche en el comodísimo sillón, atendidos como reyes en el sector de afuera. Adentro hay un plasma gigante en el muro, ideal para ir con los amigos a ver un partido de fútbol (para eso, ideal llegar temprano). La música y el ambiente son sumamente gratos, hay un aire de relajo, te cuestionas el usar auto, pero también te cuestionas cómo te vas montando la bici en estado de intemperancia.
Es importante destacar que los ciclistas tienen descuento, adicional al precio mas que razonable de su carta y comida. Lo único malo (era demasiado bueno para ser cierto) es que cuenta con un solo baño, de un urinario, y las filas para ocuparlo no tardan en formarse. Obviando ese detalle, es un excelente refugio para salir de la rutina después de la pega, para ir con tu pareja, o con los amigos cuando juega el equipo de tus amores. Qué gran diferencia hace el calor humano en una sociedad fría y egoísta. Esperemos que las órdenes municipales se mantengan lejos de esta picá santiaguina.


Bilbao 4471 (entre Americo Vespucio y Tobalaba)

Bar The Clinic: firme junto al copete

Sabía usted que: en el bar The Clinic no encuentras gente del pueblo 

Recuerdo muy claramente una portada de los primeros Clinic, donde salía la reina Isabel tapándose la nariz y abajo decía: "Sáquenlo de aquí". Desde entonces enganché con ese diario de humor ácido y antipinochetista, que con el tiempo se hizo semanal; luego abrieron una tienda y hasta un bar.
Si te fumas uno bueno, y con la imaginación suficiente, podrías pensar que entras a las páginas del diario y habitas en ellas. Eso no es necesario si vas a la casona ubicada en Monjitas 578, luego de transitar por un pasillo simpáticamente decorado que tiene una tienda de souvenirs en la entrada.
Hay ocasiones en las que sabes que el equipo creativo hace la pega bien. Los titulares ácidos, y de humor inteligente, están inscritos por las paredes, la decoración es una joyita, interesante, elegante, todo en tonos blanco y negro, como hojas del periódico, impregnada de ese antipiñerismo que saca sonrisas y te hace desde ya sentir a gusto en el lugar.
El sitio es amplio, elegante, bien distribuido y está lleno; dos señoritas me esperan en una mesa cerca a la barra donde transitan con frecuencia y apresuradamente los garzones y meseras que parecen salidos de un casting. Sobresale ,lo impecable de la barra, una vitrina con botellas de vodka y otros destilados acompañada por una refrigerador de cervezas donde fijo la mirada. Están disponibles la familia de las Estrella Damn, kross, Grassau y Guayacán y en schop hay Grassau Lager y Allipen (Ámbar), Kross Golden, además de Stout y Stella Artois. También venden michelada, ¡que Dios los pille confesados!
La música ambiente está un poco baja y no interrumpe la velada. Entre el ajetreo de garzones apanados sobresale el tipo de la barra, cual feriante simpático, quien pregona a viva voz los tragos que salen: marepotos, tusunamis, chiledeportes que es un arreglín de vino (por creatividad no se quedan)
Me pido una grassau de medio litro, servida en la copa de la misma marca. Sabe bien para comenzar el jueves noctámbulo, en un ambiente lleno de gente linda, bien vestida, adultos jóvenes y uno que otro turista.
Es inquietante ver que entre tanto garzón parecen no dar abasto, y el paso apresurado que llevan hace que mas de una vez tropiecen con tu brazo o con tu silla, sin siquiera pedir una disculpa. Se desentienden de nuestra mesa y la próxima chela hay que pedirla en la barra, donde el pregonero te atiende rápido, con una disposición generosa y cálida. Me sirve una Grassau Lager, un tanto pastosa y simple y me la tomo entre las sonrisas que te saca una pantalla que va pasando imágenes de Piñera ridiculizado, humor gráfico, portadas del Clinic y entre ellas les alcanza el humor para burlarse de sí mismos con un cartel que dice "desde ahora el webeo es pasteurizado", haciendo alusión a la salmonella que enfermó a algunos comensales hace un tiempo. El lugar no aburre, ir con varias personas y tomar asiento en los sillones para grupos más numerosos debe ser mejor que la mesa que nos tocó. Hay variedad de Cervezas para estar un buen rato, pero, eso sí, hay que ir con plata y no para la propina precisamente.

Monjitas 578

viernes, 16 de marzo de 2012

El Diablito de Lastarria


"MICHELADA ES CRIMEN" ora una frase que representa lo que para un enólogo sería mezclar un vino reserva con coca-cola, y lo que para mí es ponerle sal, limón y tabasco a una pilsen.
Luego de una tarde en el museo y su relajo en el Parque forestal con una buena amiga, ella me comenta que tiene ganas de tomarse una michelada. Le argumento lo que es para mi semejante brebaje, pero hace caso omiso; sobre gustos no hay nada escrito.
Me dice: “te voy a llevar a una picá” y me pregunta si conozco "El diablito" (lugar que frecuenta para tomarse el experimento en cuestión).
¿Venden cervezas artesanales? -Sí.
Nos vamos caminando por este hermoso barrio que deslumbra por su limpieza en un Santiago sucio y hediondo, como una suerte de primer mundo al lado del cerro Santa Lucía.
Llegamos a Merced 336 y entramos a este bar que pasa desapercibido. Una sensación de meterse por el ropero de Narnia deja el pasar por la puerta. Las paredes y pilares del lugar están atiborrados de antigüedades, máquinas de coser y de escribir, armas antiguas. Letreros de los años cincuenta decoran, sobre cargadamente, el pasillo largo y angosto de casa remodelada. Llama mucho la atención, no te cansas de descubrir lo que pende de los muros en medio de la falta de luz natural.
Nos sentamos en una mesa pequeña pero acogedora. Y entonces llega el garzón con la carta. La oferta de cervezas no es muy generosa y dentro de las buenas hay: Guayacán, Capital en botella y schop entre otras. Mi amiga se pide su experimento y yo una Guayacán rubia, servida en vaso frío. Un ventilador a todo motor sacando el humo de fumadores podría causarte un resfrío, por lo que la recomendación es que si van, lleven polerón.
La velada transcurre entre una buena conversación y los comentarios obligados de los adornos que nos rodean, objeto de deseo de los cazadores de tesoros del History Channel.
La atención es demorosa y despreocupada, a pesar que el dueño ronda el lugar inspeccionándolo. Pedimos algo para comer entre una variedad considerable de sándwichs, platos y tablas. Ahora es el turno de un schop de medio Capital, aunque termino defraudado por el sabor desvanecido y aguado. No hay ánimo para otra más, a pesar que los precios son bastante razonables para un barrio caro.
Una experiencia compleja pasar por esta fuente de soda, la cuenta se demora en llegar, nos retiramos, dejamos la propina obligada y afuera el aire tibio de Santiago nos da el respiro de volver al mundo real.



Bar Restaurant El Diablito
Merced 336, local 2
Sitio web: El Diablito

jueves, 15 de marzo de 2012

Relocos


Foto bajada de Internet
La arquitectura de este bar define en gran medida los movimientos, desplazamientos, traslados y permanencias en el, también moldea, hasta cierto punto, las actitudes, estados de ánimo y relaciones en su interior.
La habitabilidad del Bar Re locos  se ve absolutamente condicionada por su estructura alargada y angosta – oblonga- la que a su vez  nos induce a transitarlo sólo en una dimensión y por la misma vía. Esto  implica encuentros y contactos,  visuales y físicos, voluntarios e involuntarios con quienes co -permanecen en el lugar de manera simultánea.
Es parte de su virtudes forzar estos encuentros, rozar los hombros, interactuar, ya sea  solicitando el debido permiso para continuar la marcha o concediéndolo cuando nos es solicitado.
Este particular rectángulo es divisible en tres partes, la terraza, colmada hasta la saciedad de sillas y mesas, conformarían el primer tercio, el área de la barra es dueña absoluta del tercio medio (con acompañamiento tímido de tres mesitas y sus respectivas sillas que le hacen permanente guardia en su largo total) y por último, el área de cocina, bodegaje y baño, completan el entero.
Esta curiosa configuración, consecuencia del crecimiento desmedido y acaparador de los bares vecinos, nos regala la posibilidad de ver un cuadro en constante movimiento ya que su reducido tamaño delata a quien quiebre la quietud de este retrato.
Hay ocasiones en las que me esmero es descifrar la intención de quien es tuvo el encargo de llenar el espacio con los volúmenes utilitarios que permiten que el bar funcione, me refiero específicamente al mobiliario, luminarias, barra, estanterías, barandillas, cielo falso, etc. Sin embargo, en este caso no haré el esfuerzo, sencillamente porque siento el día que Re locos  surgió, fue bajo el concepto de llevarse “lo puesto” y siempre considerando que “la carga se arregla en el camino”
Al mencionar lo puesto, me refiero a la obra gruesa, en su máxima expresión, ya que existe un punto en que ésta permite la habitabilidad, sin llegar al nivel de la incomodidad. Al hablar de la  estiba, o carga en el camino, hago referencia a que la cantidad de mesas y sillas dependería de la disponibilidad en el mercado de lo usado, las luminarias y revestimientos interiores, de las ofertas ocasionales del retail.
A pesar de lo anterior, es increíble que lo precario, corriente y desteñido interior del bar, no lo afecten en lo más mínimo, ya que sus fortalezas, definitivamente son otras. Por nombrar  algunas, su cordialidad y camaradería, su excelentes cervezas y su carácter de picada urbana.




Cervecería nacional


Es un lugar acogedor, amplio. Son las 21:00 horas y el sitio está lleno. Nos acomodamos en una mesa y traen la carta. Se ve un poco borrosa y cuesta un poco distinguir, pero es legible. Entonces, las primeras elecciones son:

Rothhammer Blonde Ale en schop de medio litro: turbia de color con bajo carbónico. Color rojizo anarajado con sabor más amargo y un buen retrogusto de frescura.

Del Cura, Pale Ale, en botella 330cc: corona de espuma persistente, carbónico constante y un olor no pesado, frutalmente ligero. Amargor equilibrado y propicio para sus 5.2º. No descansa mucho en paladar, su retrogusto es efímero.

El lugar parece una cava de vinos, tiene paredes de ladrillo reforzadas con vigas de madrea y un buen espacio hacia el techo, favoreciendo la ventilación. La disposición de las mesas es agradable, uno no se siente ni apretado ni atosigado.
Después de una pizza napolitana de la casa, el sabor de la Pale Ale Del Cura resalta más, se intensifica el amargor.


Pero bueno, esa cerveza ya es pasado y ahora vamos por una nueva elección.

Soma, Pale Ale, en botella 330cc: sin pedirlo, me cambiaron el vaso, aunque no me preguntaron si lo quería congelado o no. Igual se agradece el detalle. En vaso la Soma tiene un color blanco pálido y turbio, con poca espuma en superficie. No deja ver bien el carbónico, aunque da la sensación de fluidez. En nariz es bastante débil y cuesta encontrarle el aroma dulzón que tiene. Deja un gusto seco en la boca, es suave eso sí, entre dulce y amargo, golpea en boca pero se desvanece rápido.

Por extraño que suene, la experiencia en el baño fue agradable (no del todo, pero bueno). Es amplio, con jabón y papel para secarse. Eso sí, el urinario largo y el suelo mojado no son de lo mejor, especialmente si este último tiene una llave cerrada y no permite que el agua fluya (de ahí un poco de olor a asomagado) para llevarse los residuos a la alcantarilla.


Después de ese lapso, continúa la serie de cervezas.

Mahina, Pale Ale de 4.8º: tiene un buen color dorado en vaso, poca espuma pero constante y carbónico permanente. Poco aromática, quizás por su ligereza. En boca como que se desvanece rápido, golpea el paladar y desaparece, aunque el sabor es intenso, fuerte aunque breve.

Kudell, Scotish Ale: densa en nariz, espuma cremosa permanente en la copa y en buena cantidad. Rojo caoba intenso con buen carbónico. En boca se siente más densa, pesada, pero de sabor es poderosa sin sobrecargar. Es una cerveza para tomársela en calma y disfrutarla sorbo a sorbo.



Darrel, 5º, Pale Ale, servida en copa: de color amarillo medianamente dorado, muy poca espuma y carbónico escaso. Liviana en paladar, pasa rápido en la boca y no queda, sino que actúa como un shot refrescante del momento.







Han sido varias las cervezas probadas, la atención es buena y han tenido la paciencia de responder las muchas preguntas realizadas. Una cuenta normal para la cantidad y variedad de chelas probadas, incluyendo además la pizza.
Cervecería nacional se convierte en una alternativa más que válida si de cerveza artesanal se trata.








Cervecería Nacional, Compañía de jesús 2858

23 de septiembre de 2011
mwoltern

Relocos, otra mirada


el gallo que nos recibe en la noche cuando de tomar Kross se trata


Ubicado en Bilbao, en la zona cervecera de calle Las Carretas, este bar se destaca por la calidez en la atención y una buena alternativa si de cerveza artesanal se trata. Es un largo pasadizo que se puede considerar dividido en dos, en la parte que da hacia la vereda tenemos una serie de mesas que constituyen la terraza y, en el interior, una larga barra y algunas mesas más. Es atendido por sus dueños, los hermanos Carlos y Alejandro, quiénes se turnan para recibir a los bebedores de los buenos schop que ofrece (o Pitcher de acuerdo al gusto de cada cual) y que tienen en Kross a su marca estrella, sin contar que también es posible encontrar otras variedades, como la que últimamente ha sorprendido: cerveza Guayacán.
Llegar al Relocos, al menos cuando ya se ha ido en más de una ocasión, es un agrado. Se siente el buen ánimo y la recepción es grata. Si a uno lo conocen, no es necesario pedir o esperar a que le entreguen la carta, si no que simplemente responder con un sí a ¿lo de siempre? En un vaso debidamente refrigerado, llega minutos después el brebaje elegido y junto a un cigarrillo se puede dar inicio a la jornada nocturna. Uno puede llegar y ver un partido de fútbol, escuchar la radio de fondo (nada de rock duro, por si acaso, sino más bien clásicos de antaño) o simplemente mantener una buena conversación con algún cliente, uno de los dueños que atienda en ese momento o, si se da la ocasión, con la chica que esa noche esté de mesera.
Foto bajada de Internet
En este punto es donde resalta una de las fortalezas de este sitio (más allá de que ofrezca cerveza de muy buena calidad) y que consiste en lo agradable y bien que se siente uno estando ahí.  Si se da el tiempo y la ocasión lo permite, es posible conversar largo rato con uno de los dueños y los temas pueden ser variados, desde política hasta fútbol, pasando por un poco de religión, sociedad o sobre alguna conjugación o significado de palabras usadas a diario. También, y ya avanzada la noche, uno puede comentar algo que vio en la tele (noticias o fútbol, depende) o el tema que esté en boga durante el día (la pauta noticiosa que le dicen) con algún cliente y así conocer otro punto de vista, discrepar, enfadarse, pero siempre sabiendo que se está en un lugar público y diverso. Y si le llama la atención la mesera, es posible que ella sea muy simpática y que esté dispuesta a sonreír mientras se le hacen preguntas o se habla con ella de cualquier cosa, porque sucede que siempre tiene tema de conversación, pero que eso suceda depende de cada uno también
Hay momentos en la noche en que el local se llena bastante y eso depende, además, del día que se vaya. Sin embargo, con un poco de paciencia y buena disposición, siempre es posible encontrar un lugar para sentarse y dar así inicio a un paseo por uno de los sitios  debaresybirras.


Bar Dublín, en el elitizado corazón bohemio de Bellavista


Una vez más en este lugar, como si se empeñara en pedir, a gritos, una nueva oportunidad. Está bien, concedida.
El lugar está lleno y nos costó encontrar un lugar; primer y segundo piso completos, hasta que, justo, se desocupa una mesa cuando bajamos por la escalera. Nos acomodamos y en la mesa, aún sin limpiar, se dejan los cigarrillos.
En las pantallas de televisión dan fútbol, suena Tool de fondo. Un schop Kross Pilsner y una Szot al vapor son el pedido para esta ocasión. El primero llega, pero no así la Szot, pues traen otra. No saben lo que tienen para vender. Mal comienzo.
Por lo menos, la calidad de la cerveza no está en discusión y se acepta la que trajeron, más aún si consideramos que esta vez las trajeron mucho más rápido que en  visitas pasadas.
La primera tanda ya se ha acabado, ahora la decisión se enfoca en algo no probado antes, cerveza Cráter; una Golden Ale y otra Porter Ale para degustar el nuevo sabor. La primera, una decepción, tuvo una buena presentación, pero al momento de probarla se cayó, totalmente insípida en su esencia, como si estuviera pasada. Se habló al respecto porque la calidad no corresponde y decidieron que la cambiarían, por una de igual o mayor valor. Buena decisión desde el punto de vista de un consumidor: respeto al paladar y una solución práctica. Bien por eso, estos sucesos marcan la diferencia entre los bares, en especial considerando las malas experiencias anteriores en hechos similares. La elección de reemplazo es una Carlsberg.
Y seguimos mientras la noche avanza, un poco de ruido ambiente que no impide conversar nos acompaña. La vista se distrae en el entorno, el lugar aún está lleno, con una alta rotación de clientes; unos llegan y otros se van mientras la noche sigue su curso etílico, no está mal para un jueves.
Tres Kross Lupulus, en todo su esplendor, acompañan ahora la jornada. Una delicia, nada qué decir. La conversación fluye un poco más y la sensación en el ambiente es que ha sido una buena noche, productiva en palabras y en chelas sobre la mesa. Por ejemplo, para experimentar sabores, se ha pedido un Crown Flote, mezcla de sabores de la que daremos cuenta. Antes, eso sí, una Guiness en lata para preparar el paladar. A veces es bueno dejarse por un sabor diferente a lo que se acostumbra. Póngase en la mesa, garzón, una Guiness sola para saber si todavía es como la recuerdo. Y así, entonces, se divide en tres vasos y sentimos que caemos: decepción total. Se cancela el Crown Flote porque no estamos dispuestos a probar el sabor de la decepción mezclado con Sidra. No, por favor no, mejor deje en la mesa tres Golden Ale de Kross, porque ante la escasez de variedad para un bar con denominación irlandesa, mejor irse a la segura definitivamente.
Y bueno, hasta aquí no más se llega, que tengo mi vaso en la mesa listo para ser bebido y me dedicaré a disfrutarlo. La terraza se empieza a desocupar, las horas avanzan. Una linda mesera nos atendió esta noche, solucionaron los problemas (como nunca) y hemos disfrutado, a pesar de todo, de una buena jornada en el Dublín.


Constitución 58, Patio Bellavista